Neón y ocio en Osaka

En Hida-Takayama, el tiempo era fresco, pero a medida que bajamos con el tren, la calor aumentaba. Estamos impacientes por llegar a Shin-Osaka y saber que había sido de nuestro móvil. Nos bajamos del tren y fuimos a buscar Lost&Found. Allí entramos y tras rellenar unos papeles, el japonés, con cara de tristeza, se disculpó para decirlo que no lo tenían, pero de repente, subió el brazo y nos sacó el móvil. Yo confiaba plenamente en que lo recuperaríamos, por los legales que son los japoneses, y fue cierto. Ya era la segunda vez que estando fuera de Europa perdemos algo de valor, en Egipto también tuvimos suerte y recuperámos la cámara de fotos. (Somos un caso!!!)

De nuevo, con el equipaje completo, nos dirigimos al metro, pero antes decidimos sacar los billetes para los Shinkansen que teníamos que coger en el resto del viaje. El trámite en la oficina de JR fue rapidísimo. Estando esperando el tren, una japonesa se nos acercó, con señas nos indicó que si queríamos bajar a Osaka centro, ese no era el tren, que era en el otro andén. De nuevo, nos quedamos sorprendidísimos de la amabilidad y preocupación por los demás que tienen los japoneses! Pero donde habíamos mirado para estar en ese andén?!! Nos subimos al metro, iba llenísimo y en pocas paradas, ya estábamos en el monstruo de estación de Osaka.

Salimos a la calle, hacía mucho calor, pero era diferente, no tan húmeda, un alivio la verdad porque ya empezaba a cansar... Mirando el mapa, un japonés se nos acercó y con un inglés muy decente nos pregunto dónde íbamos. (No nos acostumbramos a tanta amabilidad).Le mostramos nuestro hotel y nos indicó las calles por donde ir. Yendo con las maletas para allí, se nos volvió a aparecer recordando las indicaciones. No estaba muy lejos, pero con las maletas, el calor del mediodía, las calles tan grandes, se hizo un poco largo. Llegamos al hotel, de nuevo dejamos las maletas ya que el chek-in hasta las 15h no lo podíamos realizar y nos fuimos a buscar algo para comer.

Fuimos a unas calles comerciales, Nakamuraya, que había muchos puestos de comida, restaurantes y comercios, y nos entramos a un italiano para probar como cocinaban. La pobre camarera, tenía un nivel muy bajo de inglés, y al final con gestos, nos entendidos. Tomamos unas ensaladas, spaghetti similares a la boloñesa y a la carbonara. No estaban nada mal...

De allí vuelta al hotel para finalmente hacer el check-in. Era muy moderna la manera de hacerlo, tras rellenar los típicos datos, te ibas a una especie de máquina de metro, donde insertaban una súper llave e introducías la tarjeta de crédito y te cargaban la habitación. Una vez ya teníamos realizado, subimos, dejamos las maletas y nos dispusimos a disfrutar la tarde-noche en Osaka. Sabíamos dónde estaba la parada de metro cerca del hotel (una pena, no haberlo sabido antes… ) y bajando un chaval japonés muy amable, nos quiso ayudar.

japonesas en el metro de Osaka
castillo de Osaka

Le preguntamos por la línea, ya que existían diferentes compañías y él con ayuda del GPS, y preguntando a uno que trabajaba allí nos guió. De allí, fuimos directos a la estación más cercana del castillo de Osaka (Osakajokoen). Nada más bajar, empezamos a ver gente de lo más diversa, sobretodo chicas. Pasamos por miles de fans de a saber qué grupo de música que esperaban haciendo cola fuera del estadio y llegamos al castillo. Era bonito, lo malo que pasaba, es que cada vez que te vas acercando, te das cuenta que como es completamente nuevo, no es lo que esperabas, pero bueno, te haces una idea de lo que imponente que seria en su época.

En el parque bajo del castillo, estaba muy animado, muchas familias tomándose un helado o jugando por el césped. Sabíamos que no por dentro del castillo aun perdía más, pero ya que estábamos allí, lo queríamos comprobar por nosotros mismos. Nos dieron el ticket, con descuento y unas postales de Osaka de regalo. Por dentro, era como un museo moderno. Subimos hasta la última planta, contemplamos las vistas e imaginábamos que importancia tuvo en su tiempo…
Luego, ya que estábamos allí, fuimos explorando cada sala-museo donde veías maquetas, vestidura de los soldados, ilustraciones… Como el calor apretaba, nos bajamos al parque y nos tomamos una Coca-cola para refrescarnos. Teníamos al lado a un simpático iaio (me dan un buen rollo los japoneses, parece que no hayan ninguno triste…) , con un periquito en la cabeza. Otros se dieron cuentan de ello, y fueron a verlo. El pajarito estaba súper amaestrado, el hombre lo puso encima de la cabeza de la muchacha, y haciendo unos sonidos con sus labios, el pajarito protestaba e iba dándose la vuelta para que pudieran hacerle una foto a la muchacha. Que gracioso! Como vio que disfrutamos del momento, acabo el pajarito encima de mí cabeza! Tras las fotos de rigor, el hombre se marcho con una gran sonrisa!

vistas desde el castillo de Osaka
simpatico iaio con su periquito

Nos fuimos hacia una estación de metro y de allí nos fuimos a la zona de Namba-Dotombori. Cuanto neón!!! Exploramos el barrio americano, las calles comerciales, muy repletas de gente, la zona de restaurantes… No sé donde leí, un refrán japonés que decía lo siguiente: “ los de Kyoto se arruinan de los kimonos, y los de Osaka de tanto comer fuera”. Según continuaba el escrito, ponía que los de Osaka, como mínimo comían 5 veces fuera de casa, por eso, la gran cantidad de establecimientos de comida y ocio (como la máquina expendedora de crepes de la tienda PEPE). Se ve una población que le gusta salir. Como no, teníamos que probar la comida Osaka, después de explorar la cantidad de pijaditas que tenía el Disney Store, cenamos. La verdad es que Osaka nos sorprendió, es buen lugar para el ocio y diversión, es muy activa la ciudad y la gente muy amable.

Dotombori Osaka
calles de Osaka
osaka

Continuamos recorriendo más la zona, pero se nos hacia tarde y no sabíamos hasta que hora habría tren, teníamos que volver al hotel, ducharnos y coger fuerzas, ya que mañana tocaba Nara y el encuentro con Álvaro, el cual nos deparaba sorpresas...